Sí, reconozco que yo solía optar por ignorar las rabietas de mi hijo hasta hace poco. Lo creía por haber leído y escuchado a psicólogos y pedagogos infantiles, creía firmemente que era la mejor manera de hacerle entender que no conseguiría nada con esa actitud de gritos, golpes y patadas.
Pero cuando ves que la angustia de tu hijo es evidente y que los episodios de frustración intesa no cesan, acabas sintiéndote mal contigo misma y preguntándote qué estás haciendo mal si los profesionales dicen que hay que hacerlo así, que eres una buena madre, que ya haces todo lo que puedes y sólo tienes que tener paciencia.
Acabo de leer un artículo que ha resuelto muchas de mis dudas, en este aspecto. A veces nos falta intentar ponernos en la piel de nuestros hijos, porque hay sensaciones que pasan desapercibidas para nosotros, pero para ellos es un cúmulo de emociones intensas y necesitan de apoyo para aprender a gestionarlas correctamente.
Cuando tienes un hijo hipersensible, muy empático, algo impulsivo (mucho menos que hace un año, menos mal!), nervioso, algo ansioso y que se frustra con facilidad... las cosas se complican mucho, muchísimo incluso para una educadora que trata decenas de niños cada día.
Lean este artículo de Tania García, fundadora de www.edurespeta.com y piensen en esas situaciones en que vuestros hijos pueden sentirse ignorados y muy frustrados y que deberíamos tomar más en cuenta.
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